martes, 22 de septiembre de 2015

Conflictos Sociales : El gran problema del Perú

POR: Arturo Germán

Desde inicios del presente siglo, el Perú viene experimentando un ciclo expansivo en su economía que se traduce en un importante crecimiento del Producto Bruto Interno; el boom de las exportaciones, principalmente mineras, que incrementó sustancialmente el ingreso de divisas y la recaudación fiscal; el aumento en los niveles de empleo y la disminución de la pobreza, entre otros.

Este ciclo viene, sin embargo, acompañado con un aumento en los niveles de conflictividad social, en el marco de una persistente precariedad institucional, especialmente del sistema político, expresada en la debilidad de los partidos, su escasa presencia nacional y sus dificultades para ejercer la representación de la ciudadanía, todos estos factores que los limitan seriamente para desempeñarse como eficaces mediadores políticos.

La conflictividad deriva fundamentalmente de la presencia de industrias extractivas, sobre todo mineras, en ámbitos rurales andinos pero también de la costa. Los conflictos afectan igualmente a zonas de la Amazonía con fuerte presencia de pueblos indígenas, tanto por la presencia de empresas petroleras y gasíferas, como por la explotación forestal y otras actividades.

Un caso especial es el de la minería informal e ilegal, presente en la región costera, andina y de selva, así como los conflictos en torno a la gestión de gobiernos locales y las disputas entre comunidades campesinas. Varios de estos conflictos son relativamente recientes, como en los casos de la minería informal e ilegal, o los desencadenados en torno a la gestión local.

Los conflictos derivados de la presencia de empresas mineras en entornos rurales andinos son más bien antiguos; sus orígenes datan de las primeras décadas del siglo XX, aunque por entonces, las empresas y los movimientos sociales que las resistían eran distintos a los del presente, al igual que la correlación de fuerzas sociales y políticas, el Estado y la sociedad peruana en general.
Estos han contribuido a crear y “sedimentar” diversas “culturas del conflicto” en el imaginario social peruano, que en realidad data de muchas décadas, reforzadas por una serie de elementos propios de la diversidad cultural del país.

Caso Ilave:

El 26 de abril de 2004, la localidad de Ilave, fue escenario de una tragedia que sacudió al país, dejándonos lecciones profundas. Ese día, el alcalde Cirilo Robles Callomamani, en un último y desesperado intento por evitar la declaratoria de vacancia de su cargo, intentó realizar una sesión de concejo municipal junto a un grupo de regidores aliados. El rumor de la presencia del cuestionado alcalde corrió como reguero de pólvora por las calles de Ilave.

Hacía cuatro semanas que la ciudad se hallaba tomada por las comunidades rurales. Los campesinos mantenían clausurado el municipio, en espera de solución a sus reclamos. La demanda inicial que el alcalde rinda cuentas sobre su gestión se había convertido al calor de los acontecimientos de esas semanas, en la exigencia de su renuncia. Además de los campesinos movilizados, diversos grupos de interés político y económico en la zona, así como caudillos locales, entre ellos varios enemigos políticos del alcalde, se hallaban empeñados en evitar que Cirilo Robles regrese a ocupar el sillón municipal.

Violencias y Muertes por Conflictos sociales en el Perú (Gobierno de Alan García) 





Caso Tia María:
Durante una gira de trabajo por Arequipa, el ministro de Agricultura y Riego, Juan Manuel Benites, habló sobre la preocupación que tienen los agricultores por el proyecto Tía María y la iniciativa del Estado para instalar una mesa de diálogo en la región. A tres días de la instalación de la mesa Más de 100 vecinos del distrito de Dean Valdivia, en Arequipa, bloquearon las principales vías de la zona conocida como El Arenal, como parte de las protestas por el primer día de paro indefinido contra el proyecto minero Tía María, a cargo de la empresa Southern Perú.

Los pobladores también ocuparon el sector conocido como el Boquerón, donde, además de quemar llantas, arrojaron piedras sobre el asfalto y atacaron a un conductor que no respetó el piquete e intentó cruzar.

La empresa minera Southern Copper negó que vaya a cancelar definitivamente el proyecto Tía María y señaló que no retirará su inversión de Arequipa, negando lo señalado Julio Morriberon, director de relaciones institucionales de la minera.
El tiempo corre en contra, pues si el conflicto –que ahora está encapsulado en el valle– termina involucrando a todo Arequipa y a su gobernadora, será mucho más difícil echar a andar el diálogo. Por eso, bien haría el flamante primer ministro, tan sensatamente comprometido en crear confianza, en darse un salto por el Valle de Tambo para invitar a sus alcaldes a dialogar.


Para el sociólogo Alberto Paz de la Vega La actividad minera en sí misma es una actividad de gran intensidad de capital se requiere mucho capital y de poca generación de empleo, toda la inversión que realiza el sector minero no genera más del  1% del empleo en el Perú y de alguna manera el estado se ve en la necesidad de recurrir a ella por la necesidad de ver el gasto presupuestado porque es un dinero que le viene rápido, lamentablemente este momento los precios internacionales se han desplomado y siguen cayendo.

Por otro lado La comprensión de los fenómenos sociales ha permitido generar alternativas deseables para afrontar los conflictos de relación a través de una comunicación dialógica, con la mediación de una figura confiable y objetiva y/o con acuerdos satisfactorios.

“Se está trabajando en el ministerio de cultura, lo principal es tener un techo más alto un espacio grande para trabajar de una manera sostenida,  sin estos problemas lo que  debería ocurrir  es una asamblea constitucional donde todos nos pongamos de acuerdo sobre el modelo a seguir  de tal manera en que en esa gran carta magna en ese nuevo acuerdo nacional surja una condición mínima para asegurar una continuidad histórica del modelo sociedad que se debe imponer.”

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