Un recorrido que no puedes dejar de
comer
( Cuando las carretillas se apoderan de la Alameda Chabuca)
En particular,
hay un lugar de Lima que deberías visitar al menos uno o dos veces al mes. Y es
que la calidad, en este caso, no dependerá de cuánto cargues en los bolsillos.
Es increíble
todo lo que encontrarás en la Alameda Chabuca Granda, desde la más rica
mazamorra y arroz con leche; un clásico imperdible. Hasta los más deliciosos
anticuchos; con lo justo y necesario para deleitar tu paladar. Así que date una
vuelta y conoce más de lo que nuestra gastronomía tiene para ti.
Después de
salir de la universidad o del trabajo, en ese momento cuando el sol cae y el
cielo nos muestra un hermoso celaje rojizo envuelto de nubes, es cuando nuestro
exigente estómago nos obliga a sucumbir a las delicias de la carta urbana.
¿A cuánto el platito?
De repente,
una señora anunciaba, desde lo lejos, que los más ricos picarones se agotaban.
“Sales hasta de tres” pregonaba la picarona. En ese momento, motivado por la
gran oferta me acerqué y pedí una porción.
La
preparación era una obra maestra, su técnica para propiciarle un orificio a la
maza de yuca eran los de una clase maestra. Y para finalizar, un chorro
contundente de miel.
¡Salen unos anticuchos!
Sin embargo,
no fue no fue lo único que vi esa tarde. Luego de haber tenido una experiencia
empalagosa, descubrí un puesto de anticuchos. La señora que los prepar5aba
sazonaba con ají panca y sal los corazones que, sólo en algunos minutos, serían
arrasados por la impaciente multitud.
(porción de anticuchos)
“Una porción
bien taypá”, le dije. Cuando me entregó el plato con menudencia humeando,
acompañado de papa, choclo y crema de rocoto al gusto recordé que en otros
lugares también había comido lo mismo, pero con un precio más elevado.
Estaban
realmente deliciosos.
Un clásico de clásicos
Con la
barriga llena en un 70% decidí culminar con clásico postre, sin más ni menos el
popular arroz con leche con mazamorra morada.
El guindón
acompañado de canela en polvo y piña eran un verdadero placer para el paladar,
y más aún, si a su lado gozaba de la compañía del exquisito arroz con leche con
ralladura de naranja.
Tres soles
por ver un clásico peruano valían más que la pena. Pero aún faltaba algo, el
remate perfecto para un final de película.
La cereza del pastel
Giré para
realizar mi última compra y observé un puesto donde se vendía chicha morada. “A
sol el vaso”, decía el caballero. “Dame dos”, respondí.
Para comer
bien no hace falta tener una cantidad exorbitante de dinero en tus bolsillos. Conocer
los lugares y los puntos estratégicos de la buena comida serán un golazo para
tu economía.
Esta vez me
faltó visitar las carretillas de mazamorra cochinita y calabaza, a sólo tres
soles. Las butifarras bien servidas de cinco soles y la papa rellena con todas
las cremas. Definitivamente quedarán como pendientes.
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