La adicción al teléfono móvil es,
para muchos, la enfermedad del siglo XXI. Tanto que según los expertos, el
miedo a estar sin el teléfono se puede diagnosticar ya como un trastorno para
una gran parte de la población, sin que los afectados sean conscientes de ello.
Hèctor Bartra G.
@hctorbartra
Que levante la mano quién es capaz de dejar el móvil en casa y no tener un deseo irrefrenable de volver por él. Quién se ha quedado sin batería una tarde y no ha tenido la sensación de estar ilocalizable. Quién ha salido sin teléfono y no ha albergado la sospecha de que precisamente a esas horas recibirá una llamada importante que no podrá atender. Y sobre todo: quién ha salido del cine o del teatro en alguna ocasión y ha aguantado hasta la puerta de la calle sin revisar sus llamadas o mensajes perdidos.
Quien no pueda responder
satisfactoriamente a estas preguntas, bienvenido al mundo de la Nomofobia.
¿En qué consiste este fenómeno?
Este término, que deriva de la
expresión inglesa "no-mobile-phone phobia", tiene su origen en 2011,
a propósito de un estudio realizado en Reino Unido que pretendía plasmar la
ansiedad, miedo o nerviosismo que siente la gran mayoría de usuarios de
teléfonos móviles a salir de casa sin su dispositivo móvil. O temer que se les
agote la batería y quedarse sin cobertura o saldo.
Actualmente existe un abuso del
teléfono móvil desmesurado. Se empieza a creer que el celular maneja al ser
humano y no al revés. Es ciertamente preocupante, y lo peor, es que puede
producir graves problemas en un desarrollo futuro. Los principales daños:
disminución del rendimiento escolar y laboral, oscilaciones alarmantes del
estado de ánimo y conflictos familiares, entre muchos otros.
¿A quiénes afecta?
Las principales víctimas son los
adolescentes, ellos tienen una personalidad mucho más vulnerable y una
resistencia inferior ante la presión social.
Entre los adultos de 25 y 40 años
existe una conciencia de que abusar del teléfono en determinadas situaciones es
inadecuado, aunque siguen haciéndolo. Estamos en el punto más álgido del
fenómeno y en breve la conciencia social nos llevará a un uso mucho más
responsable.
Los jóvenes han crecido sin dar
la cara, afrontando los problemas u adversidades a través de una pantalla. Es
más fácil expresar cosas si la otra persona no está delante, te da más tiempo
de reflexión y puedes enfocarlo de forma más beneficiosa.
¿En qué instante una persona ya
es adicta?
En el momento en que tu vida
depende del aparato.
El 95% de las actividades de ocio son posibles de hacer sin el telefono, otra cosa es que seamos capaces. Pero la verdadera necesidad la crea el usuario.
¿A qué síntomas hay que poner
atención?
Cuando le decimos a nuestro hijo,
pareja o amigo que deje de pasar el rato con el celular y no lo suelta. Cuando
constantemente sentimos la necesidad imperiosa de mirar el teléfono. Cuando lo
revisamos, no hay nada, y lo consultamos por si acaso. Cuando dejamos de hacer
actividades porque lo he dejado en casa.
Cuando conducimos usando o mirando el smartphone. Hay varios síntomas, pero el principal es sentirse vacío, desprotegido, indefenso cuando no tienes el teléfono contigo.
¿Cómo se trata a los nomófobos?
Lo fundamental es el cambio de
hábitos. Poner reglas de juego. En el caso de los menores nunca entenderán el
por qué, pero debemos hacerles ver que es por su mejora en el futuro. Si no lo
llegan a entender, hay que ser firmes. Debemos tener muy presente que en la
gran mayoría de casos, los jóvenes abusan del celular por otros problemas
subyacentes (familia, amigos, autoestima, dificultad en las relaciones).
En el caso de los adultos, es una
cuestión de movimiento social. Hoy damos por supuesto que debemos tener un
teléfono inteligente, sino el de al lado nos supera, ya sea en el trabajo, en
el grupo de amigos o en el mismo status, y realmente no es así. Estar conectado
todo el día no te permite algo tan básico como conectarte contigo mismo, saber
quién eres o lo que realmente necesitas para ser feliz.
Sin embargo, lo más interesante
son las consecuencias que, a su juicio, acarrean este miedo irracional a no
llevar el teléfono móvil encima, y que se resumen en que los jóvenes se aburren
cada vez más con las actividades habituales de ocio. Según la psicóloga Maria
Isabel Becerra Ponce, los adictos al móvil suelen presentar algunas
características de personalidad comunes, como una baja autoestima, problemas
con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en
resolución de conflictos.
Además, la nomofobia se
manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud,
negación, ocultación y/o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución
de la autoestima
¿Cómo evitarlo?
Según Becerra, “la clave es
aprender a controlarse, desprenderse del móvil de forma gradual, afrontar de
forma aislada las sensaciones y pensamientos negativos derivados de este
padecimiento como pueden ser las crisis de pánico”.
Para prevenir este problema, se
recomienda a los padres evitar que los hijos tengan conexión a la red desde su
habitación y establecer unos horarios para un uso correcto de las tecnologías.
“Hay que separar momentos. La
noche es para dormir y, por lo tanto, el móvil debe de estar apagado; del mismo
modo, que la cena es para comer y no para estar con el móvil”, explicó.
Por ello debemos recordar que a
medida que la cantidad de teléfonos celulares compite para igualar a la
población mundial, las personas desarrollan nuevos hábitos y hasta dependencias
profundas con sus teléfonos. Pero las consecuencias del uso de celulares no
afectan solo las relaciones humanas podrían también arriesgan nuestra vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario